A lo largo de la vía Junín-Calceta hay decenas de destilerías de caña de azúcar. De esas flacas extensiones orgánicas surge un elaborado que constituye un sello de identidad en Junín: ser uno de los mayores productores de currincho en el país.
Un riachuelo de jugo de caña llena los tanques de fermentación, pero estos y las bodegas de los cerca de 70 lugares de expendio permanecen casi llenos del producto. Las ventas han disminuido. Recién el miércoles 8, Darwin Delgado llegó de Manta por botellas de “puro”, al igual que galones de aguardiente mezclado con sabores a fruta. “Tengo un festejo y mis familiares les gusta de este currincho puro para los hombres y de frutas para las mujeres”, dijo.
La alegría de Delgado al pagar cerca de $ 150 por la bebida contrastó con quienes viven de este negocio, unas 1.000 familias en forma directa e indirecta, ya que el anuncio de muertes ligadas al consumo de alcohol metílico generó pánico.
Así lo reconoció Ángel Bravo, presidente cantonal de la Asociación de Productores de Caña de Azúcar y Derivados, quien dijo que las ventas del producto están “casi en cero”. Él diferenció la elaboración de alcoholes. Dijo que el metílico se obtiene de la destilación de la madera y que el Junín se produce con caña de azúcar, proceso menos costoso y sin químicos, refirió.
Dijo que ciertas embotelladoras, como una de las principales en Manabí (que al mes adquiría unos 20.000 litros), dejó de comprar por la alarma. Estimó que cerca de 3.000 litros se han decomisado en esa provincia.
El Ministerio de Salud reporta 17 muertes en el país y señaló que once víctimas dieron positivo para metanol y que seis están en investigación. En el 2011 hubo en el país 48 fallecidos por consumo de licor adulterado.
Bravo dijo que en Junín se procesan al año unos 2 millones de litros de aguardiente, y que entre el 80 tanto por ciento y 90 tanto por ciento de elaboradores de aguardiente de caña ya cuentan con registro sanitario e incluso análisis de laboratorios de la Universidad Técnica de Manabí y apoyo de regularización, que también reciben de la Prefectura manabita.
William Mendoza, dueño de la Destilería Arturito, dijo que hay más controles de autoridades, pero señaló que ello demostraría que en Junín no hay producto contaminado.
José Cruz Mendoza, conocido como el Rojo, dijo que la situación estaba “medio maluca”. “A Dios gracias tengo permisos completos”, comentó mientras ofrecía aguardiente mezclado con frutas a $ 5 cada galón.
La Intendencia de Policía ha realizado controles en los sectores manabitas donde se expende el producto. Por ejemplo, la semana pasada en un solo lugar, una tienda en Portoviejo, se decomisaron 600 litros de aguardiente porque presuntamente no se conocía su origen o la forma de elaboración.
Julio Bermúdez, intendente de Manabí, señaló que los controles se hacen regularmente y no solo por los incidentes suscitados en Quito, y que el producto decomisado será sometido a análisis para verificar si es adulterado o no.
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